Andrew Atroshenko, Before the Dance.
«El hombre sin música en el alma,
insensible a la armonía de dulces sonidos,
solo sirve para intrigas, traiciones y rapiñas.
Sus impulsos son más turbios que la noche
y sus propósitos, más oscuros que el Erebo.
No te fíes de ese hombre. Escucha la música».
William Shakespeare, El mercader de Venecia.
Traducido por Ángel Luis Pujante.