Los cuadernos de Vogli

«Pertenezco a esa parte de la humanidad —una minoría a escala planetaria pero creo que una mayoría entre mi público— que pasa gran parte de sus horas de vigilia en un mundo especial, un mundo hecho de líneas horizontales en el que las palabras van una detrás de otra y en el que cada frase y cada punto y aparte ocupan su lugar debido: un mundo que puede ser muy rico, quizá incluso más rico que el no escrito, pero que, en cualquier caso, requiere cierto trato especial para situarse dentro de él».

Italo Calvino

Rafal Olbinski

«Un constante Vapor sobre el palacio flota;
Extraños fantasmas se alzan entre las brumas;
Terribles, como sueños de eremitas en cuevas encantadas,
Claros como visiones de doncellas que expiran.
Ahora enemigos fieros, serpientes en torcidas espirales,
Espectros demacrados, tumbas abiertas y purpúreas llamas:
Ahora lagos de oro líquido, escenas elíseas,
Cúpulas de cristal y ángeles dentro de máquinas.
Inmensas multitudes se ven por todas partes,
De cuerpos transformados en cóleras diversas.
Aquí teteras vivas con un brazo extendido,
El otro recogido; el asa éste y aquél el pitorro:
Allí un puchero avanza, cual trípode de Homero;
Aquí suspira un jarro, y allá una urraca habla;
Los hombres paren hijos, en portentosa hazaña,
Y las jóvenes, convertidas en botellas, piden a gritos un corcho».
Alexander Pope, El rizo robado (Canto IV).