Los cuadernos de Vogli

«Pertenezco a esa parte de la humanidad —una minoría a escala planetaria pero creo que una mayoría entre mi público— que pasa gran parte de sus horas de vigilia en un mundo especial, un mundo hecho de líneas horizontales en el que las palabras van una detrás de otra y en el que cada frase y cada punto y aparte ocupan su lugar debido: un mundo que puede ser muy rico, quizá incluso más rico que el no escrito, pero que, en cualquier caso, requiere cierto trato especial para situarse dentro de él».

Italo Calvino

Jacques Lacomblez, La hora inmóvil, travesía, 2011

Oda al aire quieto
A Joaquim Manuel Magalhães

«Carece de perfil, nadie lo ve,
pero amasa un volumen de luz reconocible.
Es una espuma inmóvil, sin color,
un cristal que al rozar las cosas las sujeta
hasta hacer que se graben en sí mismas.
Me ha rodeado siempre
en los mudos rincones escondidos
en medio del paisaje
(burbujas de desdén contra lo abierto),
y allí, al respirarlo
―hecha roca la roca,
fuente la fuente, nítida columna el árbol gris
y verdadera el ave―,
allí, al respirarlo,
con un afán seguro, sin adornos,
lo real
en vez de transcurrir se ofrece al aire
de mi respiración, y el aire lo respeta
y nada se transforma.
La sorda luz del cuarto lo contiene también.
Hace que las cortinas caigan
sobre su lenta longitud; que el cuadro
hable para decir a lo visible
la palabra amarilla, el verbo ocre;
que la flor permanezca en sus pétalos secos;
que se anuncie en la lámpara su claridad futura;
que lo cerrado importe
y lo guardado tiemble.
Señalo tus dominios, aire quieto.
Nombro tus huellas para celebrarte,
a ti, puro espesor de lo presente
donde apenas estamos».
Antonio Cabrera, Con el aire.