El último hombre vivo
«El fuego está lamiendo los últimos renglones
del Ulysses de Tennyson Ayer quemé la Eneida
Me asomo a la ventana El ocaso desliza
sus dedos color sangre sobre los rascacielos
Hace ya varios meses que patrullan las calles
con sus verdes camisas con sus capuchas negras
Mis noches se han llenado de sus cantos de muerte
de las ráfagas súbitas de los kalashnikov
Me quedan pocos libros en las estanterías
Apenas dos semanas quemándolos despacio
Además estoy harto y cansado de esconderme
Por eso esta mañana dejé la puerta abierta
Recorro con la vista los estantes famélicos
Escojo con cuidado: los Sonetos de Shakespeare
Me siento en el sillón y abro el volumen
Ya vienen Ya los oigo subir por la escalera».
José Pablo Barragán, La Nave.