Christian Schloe
«Contemplé hechizado los bellos ojos oscuros, rodeados de largas pestañas, los labios exquisitos. Pero pronto recordé, ciego de rabia, que había sido condenado a no gozar jamás de los placeres que una criatura como ella hubiera podido proporcionarme».
Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo.